Continuando con la crónica del Mosela, bajamos el río y tomamos el siguiente afluente hacia la derecha, para subir por el Ruwer. A escasos kilómetros del Mosela tenemos dos preciosas laderas, ambas en monopolio, como consecuencia de su pasado monástico, Eitelsbacher Karthäuserhofberg a la izquierda y los dominios de Maximin Grünhaus a la derecha, con las imponentes viñas de Brudersberg, Abstberg y Herrenberg. Seguimos en la parte alta y fría del Mosela, con condiciones similares a las de Saar.
Maximin Grünhaus es una de mis bodegas preferidas, así que, aunque no habíamos concertado hicimos una visita rápida a la bodega, con sus sótanos de piedra, donde los viejos fuders de 1000 L descansan. Por cierto, según nos contaron, los fuder se elaboran en la misma bodega con madera de roble procedente de los bosques de la propiedad. Probamos algunos vinos, como un muy interesante Abtsberg Alte Reben trocken 2008, afilado y algo arisco en estos momentos, pero que seguro que prometerá buenas sensaciones con un poco de guarda. Los “Superior” (algo así como los Grosses Gewächs), estaban bien, pero al pensar en el precio, me quedo con los dulces ya que ese azúcar residual viene muy bien para amortiguar la marcada acidez, sobretodo en esta añada 2008. El kabinett de Abstberg o el spätlese me parecieron simplemente deliciosos, pidiendo guarda, pero con una fusión de una piña madura, suaves notas florales y especiadas, con una mineralizad siempre imponente. Mucha calidad en toda la gama.
Al otro lado del río, ocupando los edificios de un viejo monasterio, se encuentra la histórica bodega de complicado nombre, Karthäuserhofberg. Christoph Tyrell nos recibió, pero debido a un pequeño accidente laboral que había sucedido hace escasos momentos, tuvo que ausentarse para ocuparse del accidentado y nos atendió el director técnico. La cata resultó magnífica. He de decir que quedé realmente impresionado por los vinos de esta bodega, que para mi eran completos desconocidos. El nombre de la bodega es el mismo que el de la viña de la que salen todos los vinos y que trabajan en monopolio. Las cepas tienen una edad de entre 10 y 50 años y se asientan sobre pizarra ferrosa. La uva es prensada rápidamente la uva y a continuación todos los vinos fermentan en acero inoxidable. El vino permanece sobre las lías hasta febrero sin remover. Los fuder que hay en la bodega, tienen una simple función decorativa. No descartan volver a emplearlos mas adelante con algún vino, pero de momento están contentos con los resultados que están teniendo en acero. En las anteriores bodegas que habíamos visitado, nada mas abrir los vinos jóvenes del 2008, se apreciaban unos tufos que necesitaban de buena aireación para desaparecer. Pero en esta bodega, los vinos se mostraban muy limpios desde el principio. Me sorprendió y al comentarlo, me respondieron, que eso podría ser debido en parte a no emplear los fuder y en parte al no removido de las lias.
Comenzamos con un 2008 kabinett trocken, que mostraba notas de piña y citricos, suaves tonos florales y mineralidad marcada en nariz, también en boca, donde se mostraba algo arisco con esa acidez (7.3 gr/L) desbocada. El mismo vino pero del 2007, se presentaba mucho mas maduro, casi rozando la tropicalidad, como era de esperar de esa añada y en boca estaba mucho mas redondeado y algo mas voluminoso (7.7 gr/L acidez!), muy bueno. El spätlese trocken 2008 enseñaba una nariz muy bien enfocada, pura pizarra, sin adornos, quizás un poco de cítricos, pero principalmente una mineralidad fria y dura, la boca era como chupar un trozo de pizarra. Apabullante. El 2007 era como una evolución. Estos vinos necesitan mucha botella para domar esa acidez. Sobretodo en trocken. Ya he comentado que siempre prefiero los dulces. Pero con este 2007, puedo hacer una excepción, se mostraba muy bien estructurado, esas pizarras aquí formaban un milhojas de texturas con la piña madura y las flores blancas. En boca presentaba un buen volumen. Me gustó. El dialogo era fluido y al preguntarnos como evolucionarían estos vinos y al comentar las diferencias de añadas, nos sacaron el 2003. Si, la añada de la canícula, pero viendo que aquí no andan escasos de acidez… igual en esta bodega si que funcionó la añada. En efecto, la nariz era compleja, notas anisadas, fruta madura, pero sin excesos, la pizarra característica y en boca con gran frescura, volumen y viveza. (12.5%, 7.8 gr/L de azúcar residual y 6.1 gr/L de acidez).
El primer dulce fue un delicioso kabinett del 2007. ¡Como me gustan los kabinett del Mosela! Muy floral, con fruta madura, mineralidad, buena complejidad, en boca muestra un gran equilibrio con un final largo y mineral (45 gr/L az. 7.7 gr/L acidez). Volvemos a la austeridad del 2008 con un majestuoso spätlese, de gran complejidad en nariz, melocotón, flores, muchas flores y la piedra siempre presente. Tengo aquí anotado que la boca es casi perfecta en equilibrio y a continuación un comentario sugiriendo comprar por cajas. Y eso que es un vino joven que grita botella!!! La siguiente fue un auslese 2007 de 87 gr/L de azúcar residual y 8.8 gr/L de acidez. Maduro en nariz, fruta de hueso, naranja de sangre, pizarra. De nuevo gran equilibrio en boca, muy largo en el final dejando un recuerdo de cáscara de naranja. El ambiente era agradable en la sala de cata, disfrutabamos todos en torno a la mesa de los vinos que estábamos probando. Llegaban las botellitas pequeñas. Primero un auslese tonel 51, 2007 (121 gr/L, 8.8 gr/L), que mostraba una complejidad superior al anterior, sin aparentar ese plus de azúcar. Muy largo y fresco, pide repetir. Seguimos descorchando, ahora un auslese Nr.33 de otra buena añada como la 2005, para que comparemos. Se hacen evidentes unas notas de botrytis mucho mas marcadas que en el 2007 y nos confirman, que en efecto hay mas porcentaje de uva afectada en esta añada. Muy joven todavía, algo cerrado en nariz, pero con gran equilibrio en boca. Como antes nos habíamos sorprendido del buen estado de ese 2003 seco, nuestro anfitrión desaparece unos minutos, para volver con un auslese Nr.43 de esa añada.
Increíble complejidad en nariz, al principio se muestra algo medicinal, eucalypus y mentol refrescan una fruta madu
ra que se asienta sobre suaves notas de hidrocarburos y mineralidad. En boca es cremoso, suave, recuerdos de toffee muy largo en el final. El vino esta vivo y muy disfrutable. No quiero imaginarme como estará con unas horas de decantación. Vuelve una botella grande… de Eiswein Nr. 50 2008!! Vendimiado el 30 de diciembre, con 220 gr/
L de azúcar residual y 10.5 gr/L de acidez. En nariz fruta tropical, miel, azahar, mineralidad, pero todo sin excesos, no es nada barroco, como el resto de vinos de la bodega, enfocado y con la mineralidad dominante. Te llena la boca con un combate de acidez y dulzor que pide una buena guarda para asentarse, el final largo, con la mineralidad y notas de miel entremezclandose.
Gran cata. Salimos muy satisfechos y sorprendidos de los vinos de esta bodega, que pasa a ser una de mis preferidas del Mosela. Hay botellas aquí en casa esperando a ser disfrutadas con más calma. En España no recuerdo haber visto nunca estos vinos, pero si alguna vez os encontráis con alguna botella, aprovechad para probar. No son vinos sencillos, por su corte austero, afilado y mineral. Pero a los que os guste ese estilo, no os defraudará.