No suelo hablar de restaurantes. Pero este es un restaurante-braserie en una zona de vinos, así que si alguna vez pasáis por Saumur y os apetece comer, aquí os dejo esta recomendación. Lo descubrimos por pura casualidad paseando por esta bella ciudad a orillas del Loira y entramos atraídos por una amplia selección de vinos por copas anunciados en una pizarra y porque el local estaba muy concurrido por lo que parecían ser habitantes de la propia ciudad, mas que turistas (dentro nos encontramos con Thierry Germain, elaborador del Domaine des Roches Neuves).
Situado en la plaza del mercado, en pleno centro de la ciudad a pies del castillo. El comedor se sitúa en la primera planta, mucho más tranquila que la parte de abajo que sirve más de bar donde la gente toma su vinito antes de irse a comer. Es acogedor y amplio, las copas correctas y el ambiente agradable. La carta es bastante amplia y se ve reforzada por una pizarra donde se sugieren ciertos platos del día. Mis compañeros de mesa optaron por ostras para comenzar y yo pedí una terrina de foie con champiñones de la zona, sabrosa y jugosa. Además compartimos una ensalada de lardons muy rica. Los lardons son una especie de tiras de tocino frito, pero en este caso con una textura muy agradable y nada salado. Durante este primer asalto tomamos un Saumur blanco, bastante madurote e intenso en nariz, algo corto en boca, en todo caso se dejó beber bastante bien. De plato principal, al preguntar por las especialidades locales, nos comunicaron que ahora mismo no tenían los pescados tradicionales de la zona y nos fuimos todos de cabeza a por las manitas de cerdo rellenas. Muy finas, acompañadas de unas lentejas al dente y patatas. El plato encontró una pareja perfecta en un Saumur-Champigny de Domaine des Sanzay 1990. Muy interesante vino con 20 años a sus espaldas, conservaba un bonito color y en nariz bastante limpio, suaves notas de fruta roja se combinaban con recuerdos de ese pimiento que tanto nos había torturado al probar los 2008’s en la feria. Daba notas rusticas y animales también, pero que aportaban complejidad, sin ser dominantes ni molestas. En boca el tanino se presentaba bastante pulido, con buena acidez, era claramente un buen compañero de mesa, largo y rústico en su final. La botella se vació sin problemas mientras terminábamos con las ricas manitas de cerdo.
Terminamos con dos postres a compartir, un pan perdu correcto, pero mejorable, con un helado muy bueno de pain d’épices y mandarina caramelizada y una tatin de manzana con crema de nata muy buena.
La carta de vinos se centraba en los vinos de la zona, con una amplia selección de vinos de Saumur y del Loira en general, pudiéndose encontrar también añadas antiguas de algunas referencias.
El trato fue muy amigable y la experiencia completamente satisfactoria puso el punto final a nuestra semana en el Valle de Loira. La comida costó, incluyendo los cafés y el vino, unos 45 € por persona.
Curioso, hace muy poco vi alguna botella de ese Domaine des Roches Neuves de T.Germain y no recordaba, ni ahora lo hago, si lo lo que había leido al respecto era positivo o negativo. ¿Lo has probado?
Y las manos de ministro, ¿de qué estaban rellenas?
Saludos,
Jose
Me dijo Aitor que habíais probado el blanco, L’Insolite… y que os dejó algo fríos. En la feria los probamos todos. Los tintos mucho mejor que los blancos. La verdad es que me gustaron bastante. Creo que tienen algo en Santa Cecilia.
Saludos
Olaf
Recuerdo ese L’Insolite como ciertamente bostezante.
Saludos,
Jose
Jose, al blanco lo llamamos L’Insipide. Los tintos están bien. Y el señor Germain tiene más pinta de abogado neoyorquino que de vigneron, pero no pasa nada.
Buen sitio para comer, desde luego.
Hombre o demonio… ¡mientras haga buen vino! 😉
Me apunto mentalmente el que los tintos estén mejor que los blancos.
Saludos,
Jose
Maldito! Poner esa hermosa ración de ostras, a mi, que he sido un glotón ostril hasta que mi organismo dijo basta.
Dos avisos inescuchados, el tercero fue ya en serio, así que he tenido que desistir…aunque se me siguen yendo los ojos, y salivo…
Yo también hubiese apostado por esas manitas rellenas.
Saludos.
Una sorpresa el restaurante!
La comida muy rica , el trato y el lugar muy agradables.
Y las ostras, allí es característico servirlas con una vinagreta de cebollino (aparte) , aunque yo las prefiero sólo con unas gotitas de limón, aún están en mi recuerdo!