Porque hay ocasiones en las que cocinar un sencillo plato puede hacerte sentir cómodo; puede hacerte sentir bien. Hay algunos momentos en los que cocinar te da ese ratillo de alegría queriendo ser feliz. Ese ratillo en que respiramos hondo y decimos que ahora sí. Porque hoy cocinas para hacer feliz.
En un colchón de sal gorda disponemos unos lomos de trucha, que para que no pasen frío arropamos con otra capa de sal gorda y, con un ligero peso encima, los dejamos dormir un tiempo. ¿Cuánto? Lo que tardemos en hacer lo siguiente.
En un colchón de sal gorda disponemos unos lomos de trucha, que para que no pasen frío arropamos con otra capa de sal gorda y, con un ligero peso encima, los dejamos dormir un tiempo. ¿Cuánto? Lo que tardemos en hacer lo siguiente.

Hacemos una crema de puerros muy, muy ligera. Mientras, en otro recipiente, calentamos jugo de tomate, en el cual daremos un muy ligero hervor a unos cangrejos de río (¡el animal más fiero de la Creación!), que ya habremos cocido anteriormente. Cuando tengamos esto hecho, sacamos la trucha de su cama de sal. En un plancha marcamos los lomos únicamente por el lado de la piel, tras lo cual los introducimos cuidadosamente en la crema de puerros. Un muy ligero hervor, para que terminen de hacerse, apenas nada; en lo que pensamos si estarán hechos, ya estarán hechos. Sacamos los lomos y los disponemos sobre el plato y sobre estos, los cangrejos de río. Suavidad.
¿Y en las copas? Champagne. De nuncas y siempres se llenan las copas y se taracean los recuerdos. Beber nuncas y siempres es beber Champagne, pues nos ampara y auxilia a la hora de ver la vida de manera menos dolorosa.
… y cuando se apuren los platos y se apuren las copas sentirás que, durante unos instantes, has sido feliz haciendo feliz.
Nota: La imagen proviene del blog Donde el viento nos lleve. El autor de las mismas es Nick Brandt.
te copiaré para soprender (ya te preguntaré como se hace una crema ligera de puerros), que estés bien.
Lo de la crema es fácil. Estarás aburrido de hacer papillas 😉 de modo que una crema ligera la puedes hacer a la pata coja y una mano atada a la espalda.
Picas puerro (2-3 en función del tamaño y grosor), lo salteas y cuando ya estén blanditos lo remojas con un vasito de agüa y uno de leche. Puedes añadir un poco de patata troceada para que quede más cremosa. Cuando haya cocido un buen rato (y si añadiste patata, que esta esté ya cocida), lo pasas todo por la batidora y el resultado por un chino (un colador, vaya) para que quede más fina. Debe quedar un punto menos que una crema.
Saludotes.
Jose
Justo ayer estaba yo por Aÿ y charlé un rato (y probamos los vinos) con Pierre Cheval Gatinois, no solo hace unos estupendos vinos, si no que detrás hay una magnífica persona. Un muy buen rato pasamos que ya contaré con mas detalles. El rosado magnífico. No soy gran fan de champagnes rosados, pero en este caso se consigue un equilibrio fantástico. Un vino al que nunca dirías que no.
Saludos
Olaf
Está bien rico el rosado sí. Te lo puedes beber sin darte cuenta. Yo, con mi particular pituitaria de hojalata no dejaba de pensar que a ciegas no lo habría podido diferenciar del Assemblage de Colet (si este está en plena forma). Es de esos champagnes que apetece tener siempre preparados para ser bebidos.
Ya nos contarás que tal por Aÿ. ¡Eres como el tio Matt de los Fraggel! 🙂 🙂 🙂
Saludotes,
Jose
Tomo nota de esa receta. El puerro y el pescado se entienden de maravilla.
De champagnes y cavas rosados no soy muy amigo, la verdad, pero alguno es muy agradable.
Saludos.
Es curioso que no os gusten a ti y a Olaf los espumosos rosados. En mi caso, más que elaboraciones, hay uvas que no las termino de coger el tranquillo y lo cierto es que ya no lo intento. Dejo que fluya. Concretamente las variedades muy aromáticas vinificadas en seco, como moscatel, Gewürztraminer, torrontes…. como que al segundo sorbo ya no me hacen…
Saludos.
Jose
No es que no me gusten, Jose, pero prefiero los blancos. Supongo que va en gustos.
A mi si me gustan esas castas que mencionas. La Torrontés argentina la descubrí hace poco y me encantó, la Moscatel no necesita comentarios, y donde si estoy contigo es en la Gewürz. Hace poco escribí en mi blog un post sobre ella, y la verdad es que llega a saturar.
Saludos.
Por supuesto. Sin embargo, hasta ahora, no se me había ocurrido pensar en que hubiera una separación de gustos tan, posiblemente, clara entre espumusos blancos y rosados. Generalmente hay a quien le gustan los espumosos y a quienes no, pero no había reparado hasta ahora en que también dentro de los espumosos habría a quienes les gustasen más o menos los blancos o los rosados.
De las variedades «perfumantes»… buff… pues de verdad, que lo intento cuando aparecen en mi copa… pero no puedo con ellas. Acabo siempre sintiendo que me estoy bebiendo un ambientador para coche
Saludos,
Jose
A mi lo que me haces más feliz aún es que me invites a probar tus creaciones, y mira que a mi me hace feliz cocinar… 🙂
Entre tanto probaré esta sugerencia
Saluditos
Hace feliz cocinar, si se aderezan los platos con pizca y media de emociones. Quizá más cocina de pulsión que de método. Cocina con cariño, que así las cosas saben siempre mucho mejor. Hace también feliz, desde luego, el cocinar para otros; casi tanto como que el que cocinen para uno 😉
Jose