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Archive for agosto 2010

De un barrio, con las calles empedradas; de un lugar en el que todo el mundo se llamaba por su nombre y en las que el buenosdías y buenastardes eran más que religión.
Calor del fin de verano; calor de mesetario transplantado a Levante, de vecinos que adoptan a extraños. Recuerdos de pescadores, de los que nunca supiste más que su voz. Buenos días. Buenas tardes. Pescadores que casi cada día enmendaban y remendaban, pasaban y repasaban las que para ti eran enormes redes sin fin. Con la edad las conociste mayores y desde dentro.

 

Recuerdos de aquella pequeña tienda que estaba justo al otro lado de la calle, tienda en la que a casi cualquier hora podías tocar en la ventana por aquellos limones que se te habían olvidado en la mañana. Abrían temprano aquellas dos hermanas viudas, siempre amables y cariñosas con aquel crío curioso que todo lo preguntaba y se quedaba extrañado ante el universo que allí se vendía. Alimentos e ingredientes que nunca antes había visto y que nunca después volvió a ver.

Recuerdos de sabores intensos. Las primeras huevas, cecina, mojama; secas o con un chorrito de aceite de oliva. Tan intenso, este también, que las huevas decían ay al recibirlo.

¿Qué habrá sido de aquella minúscula cafetería en la que bebiste tus primeros granizados de café? Quizá es mejor no saberlo y dejarlo así, en el recuerdo, como un primer amor. Desde su entrada te hipnotizó el mar por primera vez.

Subes los tres pisos de la casa y uno más, hasta la azotea, donde están las jofainas que esta mañana se dejaron para que el agüa se templara con el sol de la mañana. Ahora ese agüa templada te libera del salitre y de las algas. Sopla el aire, de mar a tierra, de levante, secando la ropa mientras se pierde tu mirada en el mar azul intenso. Mediterráneo.

Ensalada de mar. Ensalada de ti. Con vinagre de arroz y aceite de oliva aliñamos unas algas rehidratadas con el añadido del giro huertano de unos tomates cherry. Mar. Tú.

¿Manzanilla Pasada «Bota Punta» nº 20? El mar mecido se llama así. Es imposible que este vino no guste hasta los límites de la pasión. Corazón parado, alma arrendada y sentir el mar como marino cautivo.

Nota: Imágen de Arrabal Roig proveniente de Alicante Vivo

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