¿Yo? ya lo sabes. Con cualquier cosilla soy feliz. No te rías… bueno sí, ríete. Me encanta verte reir. Me llevó una vida encontrarte. Una vida entera cociné en tus palabras. Una vida entera cociné en tus miradas. Sí, con cualquier cosilla soy feliz. Dentro de muchos años mirar juntos hacia atrás y poder decir que te cociné una vida entera. Que mi pasión por cocinar no es si no pasión por cocinarte la vida entera. Mi pasión por el vino no es si no por compartirlo contigo la vida entera.
Picaremos la cebolla, ajo, pimiento, calabacín, berenjena, tomate y membrillo para hacerlos con tranquilidad, dejando que se cocinen al amor de la lumbre; todo el tiempo del mundo hasta que sean una mermelada fundente, suave y dulce. Alboronía. Saborearla me hace sonreir como cuando pronuncio tu nombre; me transmite la paz y el equilbirio que siempre falta. Esa sensación, ese sentimiento, de que cada pieza está en su sitio. Porque con cualquier cosilla, se puede ser feliz. ¿Te lo había dicho ya?
Sobre una tostada de pan repartimos cucharadas generosas de este plato que acabamos de cocinar y, sobre este, un huevo escalfado, apenas cocinado, para que cuando lo mordamos, mordamos el atardecer, el dulzor. Sabor concentrado y puro de un sol que se pone. Y tras cada bocado beberemos, porque los besos se pueden beber. Bebamos la vida a sorbos, a tragos, a besos. Otra copa de vino tan suave y aterciopelado que te hace recordar el más dulce de los besos. Aquel primer beso olvidado.
Nota: Imagen proveniente de www.unjubilado.info
Pensaba en un pisto…hasta que he visto el membrillo. Es tuyo ese añadido? Le da un punto dulce interesante, supongo. Le pones azúcar?
Hace unos meses abrí una botella de ese Domaine de Combiaty, mucha fruta, suave y ligero. Me gustó.
Saludos.
Básicamente es un pisto, con el añadido del membrillo 😉 En alguna ocasión en la que Abraham García ha dado recetas para el pisto comentó que hay lugares en España en la que le llaman alboronía, y en algunos le añaden membrillo. Está todo inventado…
He añadido una pizca de azúcar, pero no tanto por el membrillo, si no por la habitual acidez del tomate. Aunque no le hubiera añadido el membrillo habría añadido el azúcar «de oficio», pues siempre lo hago cuando hago pisto tras probar cómo anda de acidez en la cocción.
Ese Brouilly me ha resultado totalmente encantador. Suave y acariciante. Para beberselo por cajas.
Saludos,
Jose
Solo comentaros que me encanta este sitio, y que es el primer blog que miro de vez en cuando.
Un saludo
Pues bienvenido Fernando y pasa por aquí cuanto gustes.
Saludos,
Jose
Preciosa entrada. Respecto al vino, lo compré y bebí hace ya un par de años y no me dijo nada de nada. Lo encontré duro, pedregoso, falto de fruta y bastante áspero.
Y como me sorprende tantísimo la diferencia entre tu apreciación y la mía, voy a intentar hacerme con otra botella.
Bienvenido Gaston.
Bien curiosa la diferencia entre tu botella y la mia. Si era de la misma añada bien puede ser que el tiempo afinase esta botella y fuera más agreste en su juventud.
Saludos,
Jose
Bellísima entrada Jose.
Muchas gracias por ella.
Se me ha quedado cara de tonto al finalizar.
Destila amor por los cuatro costados.
Felices vinos y gracias nuevamente
Juan Ferrer
ENÓPATA
Bienvenido Juan y nada que agradecer, escribo encantado de hacerlo.
Me alegro de que, en líneas generales, guste (¡y también de que haya a quien no le guste!) y que al fin y a la postre pueda resultar motivante a la hora de beber esos vinos y probar esos platos… o cualesquiera otros que se le venga a cada cual a la cabeza al leerlo.
Saludos,
Jose