Caminito de la abacería nos prometeremos que se acabaron las prisas, que se acabó el correr a sitio alguno, que no es más que huir sin moverse del sitio; que todo tendrá su tiempo, porque para todo lo hay. Iremos contando adoquines, contando hojas caidas y calentándonos con el frío sol del invierno, como los gorriones que ahuecan sus plumas por la mañana. Para lo que importa, siempre hay tiempo. Para quien importa, siempre hay tiempo.
Con calma, sans souci, haremos una cassoulet. Fabada con bachiller aprobado en un liceo francés. Feijoada que se fue de Erasmus a Carcasonne. O quizá es la cassoulet que vino de vacaciones de verano a ver sus abuelos asturianos. Quizá es la cassoulet una muchacha parisina de nariz aristocrática y con acento marcado por hórreos y paneras. Una Ninette, sin señor de Murcia, que almuerza como Dios manda.
Cassoulet, marmitako, olla, puchero, como tú prefieras; aunque cassoulet, como todo lo francés, suena más así, como a beso.
Mientras llega el hervor de las judías blancas, que dejamos en remojo toda la noche, rehogamos cebolla, puerro, ajo y zanahorias. Despacio y tranquilos, hasta que esté todo bien dorado y blandito, entonces, fuera del fuego añadimos un toque de pimentón, un par de cucharadas de salsa de tomate y otro toque de orégano. Dejamos que siga rehogándose otro ratillo más, que se unan los sabores para formar una salsa rica.
Ya habrán roto a hervir las judías blancas, han de hacerlo con tranquilidad y acompañadas de unos granos de pimienta negra. Que sea sin prisa alguna, con ese hervor que da tranquilidad.
Añadimos entonces todas esas verduras que hemos rehogado una vez pasadas por el pasapuré. Que se unan al hervor, mientras limpiamos unos muslos de pato confitados, que liberados de grasa y picados toscamente añadiremos al guiso un momento después.
Por último añadiremos unas salchichas ahumadas que, picadas, pasaremos ligeramente por la sartén antes de añadirlas al guiso escurridas de su grasa. Dejamos que se aunen todos los ingredientes, todos los sabores y todos los olores. Plato para almas fuertes.
Beberemos un vino recogido, encerrado en sí mismo. Un vino íntimo. Trousseau Singulier, quizá tan fuera de lo habitual como lo son los guisos a fuego lento. Un vino que, como tú, tiene carácter. Cruz de toda moneda; no cambies nunca.
Y bien ¿lo has probado ya? ¿te gusta? Respirar. Un sorbo de vino. Soplar la cuchara y probar, cerrar los ojos, sentirse cómodo… Haces de la vida un lugar habitable; haces de la vida un lugar respirable.
Buenas José.
El domingo pasado me comí yo un cassoulet, también. Aunque este era de bote estaba muy bueno. Lo acompañé de un Saint-Emillion (Château de Laudes 2000) que fue genial. Todo elegancia.
Hola Aitor,
¿de qué marca era esa conserva? Para cassoulet me han recomendado vívamente Comtesse du Barry.
Saludos,
Jose
Chapeau!
Esta la hago fijo. Preguntas torpes, ¿alguna recomendación de salchicha?, ¿puede hervirse en lugar de sofreirse para quitarle un poco de caloría al asunto?
Saludos
Mariano
Pues la teoría dice cosas como usar salchichas / longanizas de oca… hala, ahora ponte tú a buscarlas
En un golpe prosaico uso chorizos criollos / parrilleros. Los que más te gusten. Tienen un toque especiado / ahumado que le va bastante bien al plato.
Con respecto al hervido desengrasante previo que comentas si te gustan, claro que se pueden hacer de ese modo. Al fin y al cabo ese salteado previo fue una ocurrencia mia, para que soltasen su grasa previamente a su añadido al guiso y no añadir más grasa al asunto, que con la del pato ya va servido el plato de calorías.
Saludos,
Jose
Recibido. Como decía Georgie Dann,… «qué buenos los chorizos parrilleros»…
Ya nos contarás qué tal.
Saludos,
Jose
No recuerdo la marca, pero estaba cojonudo.
Bueno, pues eso es lo importante 😉
Saludos,
Jose
Ya te digo, alguna lata de cassoulet ha caido en nuestros viajes gabachos que no estaba nada mal. Jejeje. Creo que la acompañamos de algun Rioja viejuno.
Saludos
Olaf
Creo que a la receta le faltaría al final un toque de horno.
Algo de pato u oca tampoco le vendría mal.
Un saludo.
Hola y bienvenido Jerónimo,
¿horno? no te digo ni sí, ni no, pero ¿para qué si al amor de la lumbre ya se hace que es un primor?
Pato sí tiene, concretamente dos muslos en confit troceados a la buena de Dios.
Saludos,
Jose
Buena sorpresa de sábado por la mañana. Os he descubierto a partir de un comentario en «noselepuedellamarcocinaq», que viene siendo mi blog de cabecera desde que lo encontré al azar de la red.
Acerca del «cassoulet», lo degusto a veces en «Au port de la lune», un bistrot escondido, auténtico y nada sofisticado perdido -no es un eufemismo- en las paredes de la Boquería barcelonesa, con fachada visible en la llamada «plaça de les verduleres». Es de bote y no lo disimulan. Al contrario. El «cassoulet», algún vinito francés que no se salga del presupuesto, el ambiente de la casa y los comentarios ácidos del «patron», un iconoclasta que a pesar de estar en el mejor mercado de la ciudad viaja dos o tres veces por semana a Perpignan para llenar el cesto. Un «pastis» de aperitivo, un «armagnac» de despedida. Precio asequible, recuerdos imborrables. Placer de leeros. Gracias.
Bienvenido Pierre. «No se le puede llamar cocina» es un blog de lo más edificante; de esos que siempre apetece leer.
Y gracias por la recomendación relativa al cassoulet. Siempre está bien ese punto de honestidad, que sea de lata y así lo indiquen y que además esté rica. Hay conservas que más que dignas son dignísimas y por encima de muchos intentos coquinarios que se pueden quedar en el camino. Si además lo acompañan de vinos ricos es otro punto a su favor 🙂
Saludos,
Jose
Gracias Jose.
Tengo un blog culinario que quizá os apetezca mirar de ven en cuando: http://www.losjuevespaella.eu
Nada pretencioso, perfil bajo y desde luego a las antípodas de lo que llaman crítica gastronómica.
Textos en catalán, castellano y francés.
Buen fin de semana.
Conozco tu blog. Te leo 😉
¿Pretencioso? Lo pretencioso aburre más pronto que tarde. El engolamiento de lo pretencioso en la cocina, en el vino y en la vida se olvida un instante antes de comenzar a recordarse.
Saludos,
Jose