Cuando ya no nos queden copas que beber, mañanas que despertar, besos y labios que besar. Beberemos, despertaremos, nos besaremos.
Cuando ya no quede nada, cuando ya no quede nadie, cuando la orquesta se haya ido y no quede música por sonar, bailaremos.
Cuando ya no queden palabras, ni silencios, rozar tus labios… y desaparecer.
Picamos a cuchillo unos lomos de melva desnudos de piel y espinas, para unirlos a cebolla que habremos rehogado previa y largamente; huevo batido, pimienta negra recién molida, panko, una pizca de genjibre rallado y salsa de soja. Amalgama de sabores que forman unas breves y delicadas hamburguesas. Pan de pita, tomate, rúcola… Ese champagne de Gimonnet que lleva esperándonos doce años. Comida rápida y bebida lenta; que nos deje más tiempo, todo el tiempo, para despertar, besar, bailar, hablar, callar… desaparecer.
Nota: Imagen de la obra ‘Dance me to the end of love’ de Jack Vettriano.