Exhausto; me muero de sueños. Exhausto muero soñando un lugar en el mundo que me recuerde a ti.
Ni siquiera podría imaginarte, soñarte; y ahora no me imagino dejar de hacerlo a cada instante, en cada momento. Soñar contigo más despierto que dormido; pensarte más dormido que despierto. Soñarte los ocho días de la semana; soñarte los sesenta días del mes. Soñar que todos los meses son de mayo; que cada día nos despierte junto al mar.
Un poquito de ajo muy picado, rehogado, junto a pimiento rojo cortado fínamente. Una pizca de pimentón que añadimos fuera del fuego y vino blanco, claro. Salteamos el chorizo picado y patatas partidas, no cortadas. Patatas chascadas, que es la forma en que hablan las patatas para hacer que los sabores sencillos se vuelvan suaves al convertirse en guiso. Una hoja de laurel y agüa y cocer lento hasta que las patatas se hayan rendido.
Puede que este plato te parezca poquitacosa, pero calmará nuestra hambre cuando es el alma quien tiene frío; cuando ni palabras tiene que echarse a la boca. Puede parecerte poquitacosa, aunque no cabe más amor en menos puchero.
Beberemos, juntos, un vino con nombre de fascinante literatura: Los Cipreses de Usaldon. Un vino lleno de vida, de uvas, de casualidades y sueños.
Nota: Imagen proveniente de La Librería Turquesa (Llamadas sin conexión / Remember)