Hoy no voy a escribir mucho. Por un lado la gripe me tiene totalmente fundido y agotado y por otro lado esta vez daré más importancia a las imágenes. Las palabras las pondreis vosotros y serán las que aparezcan en vuestra cabeza al ver las fotografías. No obstante, no podré evitar el escribir una pequeña introducción a ellas.
Pensaba, con las primeras copas, que sería este otro mencía afeitado y recubierto de un parafina sápida que impediría a la variedad expresarse con propiedad. Estaba equivocado. Esto es así al principio, pero dejando al vino respirar se expresa con mucha claridad. No lo vi así hasta el día siguiente de haberlo abierto.
El primer día era un vino correcto, pero humillado. El segundo día sí se levantaba sobre sus pies y hablaba con claridad.
Impecable. Vino de cartabón y escuadra como la portada de una revista de decoración. Pomelo, manzana, hierba y un toque de anís; acompaña en boca con un paso oleoso absolutamente preciso. Ha ido muy bien con una pescadilla rellena de espinacas frescas y gambas.
Nunca le diría que no a este vino y sin embargo me recuerda a cuando algunas mujeres se juntan y hablan de algún zutano, para sentenciar severamente y con dejadez: «Ay… es tan guapo que empalaga».
DEG Sep/07
Parece bastante cansado. No hay trazas de ello ni en su color ni en el carbónico, sin embargo se encuentra bastante lejos de la frescura y viveza que he podido beber en botellas anteriores. ¿Se tratará de una botella o ya se encuentra en su recta final?
Abro esta botella para resarcirme de la anterior.
Sigue excelente. Cierras los ojos, en el sofá, un sorbo y si no fuera por las pantuflas es como si estuvieras en un departamento de primera clase de… pues no sé porque nunca he ido en primera clase de nada; poned vuestra primera clase preferida. Cremosidad y acidez se imbrican absolutamente. Muy bien con un paté de campaña y una tortilla murciana.
Dulce infidelidad. No suelo hablar de vinos dulces, pero no es porque no me gusten, es sólo que estos los suelo consumir al final de la comida y a esas alturas ya suelo estar servido y no me suele apetecer. De hecho suelo beber estos vinos como copa de domingo. Tras la cena y como preparación mental para la siempre ardua semana que está por comenzar.
Hasta ahora mi PX habitual para el frio invierno era el de Alvear, el cual tiene una RCP tremenda. Eso hasta ahora, que le he sido infiel con este PX. Dátiles recubiertos de chocolate amargo y el golpe de acidez de la cáscara de naranja seca y los orejones. Denso y sin resultar empalagoso. Excelente RCP.
Lo cierto es que no me gusta nada el nombre, pero así como hay vinos que he comprado por que me gustaba la botella o la etiqueta intento juzgarle por lo que hay dentro.
Es otro ejemplo de mencía sin aditamentos. Marcado olor a moras maduras, toques vegetales, ligero amargor. El cuadro global se queda un poco corto y por añadidura al segunda día muestra toques de oxidación, pero en cualquier caso es un vino solvente con buena RCP y que ha acompañado bien una ropa vieja.
El hermano rosa del añorado Castillo de Agüarón Viñas Viejas. Aquel era un pedazo de vino con mayúsculas a un precio insuperable, que cayó en desgracia cuando lo convirtieron en un enoproducto marcado por las mal llamadas variedades mejorantes. Desde aquí un par de oraciones por su alma.
Vamos ahora con el rosado en cuestión. Primero del año y se encuentra disfrutable ya. Zumo de sandía y frambuesas junto a una acidez redondeada. Paso muy ligero. Sencillo y sin pretensiones.
Muy distinto respecto a la añada anterior. Muestra de forma muy brusca diferentes facetas, a saber, vino joven, gominolas rojas, toques verdes, toques de astringencia. Es como si estuviera nervioso.
¿Cómo explicarlo? ¿Conoceis el Spetzi? ¿no? Se trata de una curiosa bebida germana compuesta de refresco de cola y naranja. Bueno, pues este vino me ha recordado por completo a esta bebida, concretamente a Pepsi con Mirinda de naranja. No ha cambiado ninguno de los cuatro días en que ha estado abierto. Lo mejor de este vino han sido los recuerdos del suave verano bávaro y los Biergarten.
Os dejo ahora con el capítulo de «¿Alguien sabe cómo sobrevivimos a los ’80?». Con el título del post no podía haber otra canción que no fuera esta. Observad al público que merece la pena; es un adorable e inocente cuadro costumbrista de aquella época. No os perdais el final del vídeo: La abu comentando la jugada. Impagable.
Ahora los créditos de las fotografías:
– Château Rayas: Proviene del blog de Paco Berciano.
– Sil: Proviene del sitio en Flickr de Nacho Penado
– Henri Bonneau: Proviene de http://www.chateauneuf.dk/en/cdpen29.htm
– Ysios: http://europix.dk/