Feeds:
Entradas
Comentarios

Archive for the ‘Lapierre’ Category

Madrid no existe.

Madrid, como París, es un decorado para turistas o quizá una franquicia de sí mismo; pero Madrid, no existe.
Tendremos que admitir que Madrid, mal que nos pese y por mucho título de villa que porte, nunca ha sido más que un pueblo grande. Un pueblo tendido y extendido, como un top-manta de casas, pero pueblo al fin y al cabo. Un pueblo con pretensión de ciudad. Pues este pueblo que dábamos en llamar Madrid, ya no existe.
 
Un sencillo paseo nos permite comprobar como ya apenas quedan cafeterías. Esas en las que entrabas y unos siempre correctos camareros, de camisa blanca y chaleco negro, sin olvidar la pajarita, te saludaban  y para los que el verte aterido (más bien arrecío) de frío les bastaba para interpretar tu gesto con los dedos, simulando una tijera, para saber que querías un café cortado. El azúcar en terrones ¡cómo lo echo de menos!

La cafetería que no ha cerrado es ahora una franquicia. En unas y otras siempre lo mismo y una uniformidad y servicio que no te permite distinguir si estás en una cafetería, en Zara o en Spejo’s. Y el café, trístemente, tampoco te permite dilucidar si te encuentras en Zara o en Spejo’s, para qué engañarnos.

Ya no hay tiendas de ultramarinos. Tiendas que cuando eramos niños suponían la universalidad inabarcable de una despensa que no acertábamos a comprender. En algunas el cartel rezaba así, ‘Ultramarinos’, en otras un promisorio y extensísimo, por lo conceptual, ‘Alimentación’.  Han sido sustituidas por tiendas de «Todo a 1 euro». Tiendas de último minuto; tiendas para urgencias que nunca lo fueron.

Las panaderías… sigh… Tras las explosión ochentera de «Boutiques del Pan», el encontrar pan en Madrid es misión imposible, pero también lo es encontrar panaderías. Si en algún lugar leo un cartel en el que se anuncia una ‘Tahona’ y el olor acompaña, es cosa de entrar como si fuera suelo sagrado.

¿Cines? Han desaparecido. Se han transformado en franquicias de tiendas de ropa, ¿de qué cadena? ¿acaso importa? ¿hay diferencias? Lo que no hay son cines. La sesión continua parece algo tan lejano como La Guerra Fría y Naranjito.

Todo Madrid parece una enorme franquicia, de sabor, olor y existencia plastificada. Sencillamente esta ciudad, esta villa, este pueblo, es una enorme franquicia.

N.B. : Post escrito tras horas de caminar bajo la lluvia en una villa, pueblo o ciudad que ya no es y con una copa de Vin de Pays des Gaules 2008 , que resulta ser un tinto encantador. Morgon, gamay, sencillo y franco, del que más y mejores detalles podeis leer en el blog de Joan. Ahí donde encontraba una tarta helada de fresas en otros familiares suyos, en este encuentro un pastelito de idem. Más pequeño, más rústico y más pastelería de barrio, pero encantador. 

 

Nota: La imágen proviene de el blog de Leo Borj

 

Read Full Post »

Ha sido un fin de semana de muy buenos vinos en buena compañía que me va a dar material para escribir bastantes entradas en el blog, sobretodo el de la Peña El Sarmiento. Pero quiero comenzar con una fantástica cena en mi casa y en la grata compañía de Pedro Carroquino y Tuija, porque los vinos que bebimos, me parecieron sensacionales. Vinos que se apartan un tanto de las modas y que conservan un carácter y una personalidad propios y que acompañan a una cena de este tipo de maravilla. La comida la aportó Tuija, recién aterrizada de Finlandia y consistió en unos entrantes de pepinillos, huevas de salmón y smetana, una especie de queso fresco. Posteriormente comimos unas setas recién recolectadas en los bosques de Finlandia, parecidas a las chantarellas, pero con el sombrero oscuro. Y un salmón ahumado realmente delicioso, servido caliente y con unos aromas tostados a madera realmente curiosos. Despuesalgun chupito de vodka finés abrimos el primer vino de la noche, un Côtesdu Jura de Stéphane Tissot, de «Les argiles du Lias» 2006. El vino de un color pajizo bastante pálido comienza asustando un poco con notas de madera y mantequillosas, pero podemos calmarnos, poco a poco se suavizan y el vino comienza a abrirse, dando paso a una mineralidad bastante marcada en primer plano, algunas notas de flores blancas y una fruta de corte cítrico que refresca esa mantequillosidad del principio. En boca es ligeramente untoso, con muy buena acidez y de nuevo esa mineralidad bien marcada que queda en un final de buena presistencia. Muy rico y agradable de beber, un vino que en todo momento va a más y que creo que mejorará con algo de botella.
Pedro me había comentado que no conocía los Beaujolais, así que uno de los vinos que tenía bien claro abrir era algún Morgon de calidad, este de Marcel Lapierre fue el primero que me encontré al bajar a la bodega y me pareció un buen ejemplo, además quería ver como andaba el 2006, del que tengo mas botellas. Con su tipicomutitud de frutos rojos como fresas y frambuesas, algo de piruleta, pétalos de rosas, alguna nota metálica al fondo y bastante piedra. El vino ha ganado bastante intensidad desde la última vez que lo probé, mas maduro y ha sacado mas frambuesas, de momento no se ha cerrado. El paso por boca es sumamente agradable y elegante, con ligereza demuestra una muy buena acidez, un tanino suave, recuerdos frutales y un final bastante largo y mineral. Una delicia de vino que acompañó de maravilla a las setas y al salmón.
Llegaba el postre, unos «arándanos del pantano» congelados (y recogidos también cuando las temperaturas bajan de los 0ºC) en una sopa de tofe templada. Complicado postre, con una acidez marcada de los arándanos y el dulzor del caramelo. Pero lo de congelado me recordó al eiswein y para abajo que me fui a buscar una botellita del eiswein de Barzen 2004 que guardaba. Temía poder encontrarme un vino hermético y muy cerrado, pero no. Con un color amarillo bastante intenso y brillante se mostraba un vino muy expresivo, cargando una buena dosis de hidrocarburos en primer plano. Sorprendente para un vino con solo 4 años. También nos enseña una segunda capa de fruta madura como albaricoques combinada con notas cítricas de cáscara de naranja y pomelo. Las flores hacen su aparición al rato otorgando mas profundiad a la nariz junto con alguna nota mielosa. En boca es un disfrute, el vino se bebe de maravilla, el azúcar residualse color rojo frambuesa madura, de media capa. En nariz comienza algo cerrado, poco a poco asoman combina con una acidez que le da mucha frescura en boca, equilibrio sería la palabra. Buen final ligeramente amargoso y mineral. No te cansas de él. Se comportó muy bien con el complicado postre.
Lo dicho, tres vinos sin aspiraciones a ser los mejores vinos del mundo, pero que con su sencillez y su marcada personalidad, proporcionan grandes satisfacciones al alcance de todos los públicos (excepto el eiswein, aunque éste no tiene un precio exajerado para lo que es habitual en estos vinos).

Read Full Post »

A %d blogueros les gusta esto: