El aroma de los pinos templados por el sol de mediodía. Chicharras. Libros que otros escriben. Su olor cuando nuevos; su aroma cuando antigüos. Música que otros componen; que otros interpretan. Tangos a medio bailar; boleros a medio escribir. Películas y fotografías; instantáneas de tiempo fugaz, ausente de nosotros. Historias que otros cuentan.
Apenas cocidas las judías verdes las alegramos con aceite, vinagre, cebolleta, sal, pimienta negra y algo de mostaza en grano. Verde acomodo para el lomo de cerdo que, cortado en tacos, doramos y acompañamos de unos higos que apenas hemos templado. Fresco, sabroso, dulce y templado como las últimas horas de luz en tu playa; deliciosa sencillez.
Sonreir, vivir, tal vez soñar. Respirar hondo y profundo…
Más frescor, sabrosura, calidez y luz en nuestras copas de malvar, de Ambiz, nacido en una tinaja.
Sonreir. Vivir. Soñar.
Despertar junto al mar, junto a ti. Caminar, de tu mano, con los pies hundidos en esa arena aun fresca de la mañana y de las últimas horas de la tarde. Las olas y las rocas. El agua entre las piedras y en las fuentes. El viento trazando secretos caminos entre las ramas. Tu voz.
El alba deletreando tu nombre con cada latido del corazón. Tu despertar pronunciando el mio.
Nota: Imagen proveniente de Buzzfeed y perteneciente a una colección de imágenes publicadas por la revista Life en el verano de 1969. Merecen la pena todas y cada una de ellas.