Metáforas. Loza y cristal. Metáforas de un primer beso y de un último día. Metáforas de folio en blanco con tequieros en el margen.
… y no encuentro mayor metáfora que la de quererte descubrir poquito a poco mi mundo, que está hecho de sabores, de tiempos que junto a ti no lo parecen, de aromas; de cucharas de palo en las que tú pruebas el guiso y después sonries….
Con calma horneamos unos melocotones cortados al medio, con piel, limpios. Sin prisa se irán caramelizando y entonces, si así lo queremos, bastará una caricia para despojarlos de su piel. Melocotones que, templados y cortados en gajos, dispondremos sobre bresaola que habremos colocado en el plato con tranquilidad. Sobre ellos, hojas de lechugas. Las que nos gusten, las que nos apetezcan. Aderezaremos todo ello con la suave emulsión de aceite de oliva, vinagre de frambuesa, yogur (¡natado!), la pizca necesaria de sal y pimienta negra molida. Por último el queso feta que desmenuzas con tus manos, que se escurre entre tus dedos como se escurre este hilo de aceite de oliva que termina el plato.
Poco a poco beberemos otra copa de vino blanco, de Patio; de este vino que gusta de modo irracional, como un querer, como un amar que si se razona, no es.
Nota 1: Imágen proveniente del sitio Flickr de Caliaetu
Nota 2: Título vinculado de manera obvia e indefectible a la obra «El cartero y Pablo Neruda». Libro que me quiso olvidar y película que, en su luz, recuerdo.