Sabes quién soy; qué soy. Sabes quién soy y qué soy quizá aun mejor que yo mismo. Conoces mi rostro, mi piel, mis cicatrices; mi voz y mi silencio. Sabes de dónde vengo y dónde voy.
Recuerdas, hoy, la tormenta que me arrojó a tu playa e hizo que nos encontrásemos. Sabes que vengo de un imaginario If, que sólo sé gramática parda y no tengo más oficio que el de cazar dragones.
Sabes que para guisar casi no hace falta cocinar.
Apenas cubiertas por el agua ponemos a cocer suave las pochas, con los vegetales que después le darán textura, además de su sabor: cebolla, pimiento verde, tomate y ajo. Despacio y tranquilo, durante ocho o nueve canciones. Cocer suave, también, hasta que las verduras estén lo suficientemente blandas como para pasarlas por la batidora y, coladas, vuelta otra vez al guiso para que este pase a trabarse un poquito más.Seguimos cociendo suave mientras volvemos a escuchar las canciones de antes. ¿Hay acaso otra música más cadenciosa en el mundo que el suave borboteo de un guiso? Ya están hechas nuestras pochas, pero vamos a darles un toque más. Sin llegar a cocinar, vamos a seguir guisando.
Ponemos un par de puñados de berberechos a abrirse con un chorrito de vino blanco. Apenas unos segundos y ya están abiertos. Añadimos su mar al guiso y en lo que ponemos la mesa y abrimos el vino estará todo preparado para almorzar. Pochas, berberechos y vino. Guisar y beber.
Y beber un vino que nos llene de vida la copa y el alma; salino, fresco y limpio como el aire tras aquella tormenta: Pinon Silex Noir. Vino para miradas cercanas y susurros perdidos.
… sé quién eres. Me basta coger tu mano, mirarte a los ojos, escuchar tus latidos, tu voz y tu mirada… Ambos sabemos que me estremezco en cada instante, junto a ti; a cada instante, lejos de ti.
Nota: Me habría gustado, como es habitual, indicar el origen y autoría de la imagen que ilustra el post de hoy. Lamentablemente aparece en multitud de lugares y en ninguno he sido capaz de encontrar el lugar original o el autor de la misma.